lunes, 27 de agosto de 2012

No es tan difícil


Seguro que he dicho más de una vez que vivimos una época difícil (uy, qué lince…). Nos pasa algo y en seguida estamos escribiendo un sms o un email, que siempre parece que molesta menos que una llamada pero, si no tienes tarifa plana, mejor un cara a cara. Lo curioso es que, si pones 10 ó 15 sms (o más) te los contestan todos, y te animan con las palabras más cariñosas. Si se trata de una llamada te hablan hasta que reciben un sms que indica que se han terminado los minutos que dicen que son gratis (si tienen teléfono fijo no sé qué excusa se inventarán), y si quedas con alguien te echan la bronca cuando te preguntan “qué tal” si luego resulta que tu problema es el de siempre. Si ya lo saben ¿para qué preguntan?


Aquí lo que me planteo es una cosa: ¿nadie se da cuenta que la solución más barata, y con la que se dice más, es un simple apretón de manos o unas palmaditas en la espalda? (un abrazo ya cuesta). No es tan difícil. Lo que sí tengo claro es que, a partir de ahora, cada vez que me pregunten cómo estoy me limitaré a un “bien, gracias”. Lo mismo que sé escuchar, también sé ser borde.

lunes, 20 de agosto de 2012

Yo confieso...

No, no voy a hablar de Montgomery Clift. En tiempos de verano la relajación tanto física como mental sigue caminos insospechados… No estoy haciendo nada de ejercicio por el calor y leer me cuesta (quizás necesite gafas nuevas), pero al menos tengo con quién hablar de diferentes temas que me gustan. Y es que, desde hace tiempo le dejo mis libros a un amigo que está pasando un mal momento (eso todos, pero él peor), y la lectura le está ayudando a evadirse. Le he dejado un libro sobre la “verdadera” historia de los mosqueteros, otro sobre el III Reich, ahora mismo está leyendo uno sobre la revolución alemana de 1918… Lee a la velocidad del rayo, y es un gran erudito, por lo que las conversaciones con él son muy enriquecedoras: lo mismo hablamos de filosofía, que de arte, historia, política u ortografía.

Athos, Portos, Aramis y D'Artagnan.

Un día nos fuimos a tomar una cerveza y estuvimos hablando de lo que habíamos hecho en el día. Le conté que había estado viendo la tele porque, a ver, no todo va a ser estudiar. Casi todas las series que me gustan ver son reposiciones, se ve que por la crisis no compran capítulos nuevos, pero no me molesta demasiado. De pronto, y sin avisar, le solté que estaba viendo un culebrón que, además, era una reposición. Este culebrón me gusta especialmente, no por las actuaciones de los actores jóvenes, sino por la de los más mayores, que hacen un trabajo mucho mejor probablemente por la experiencia.

Arturo Peniche.

Me dí cuenta que mi amigo se quedó impactado, mudo; quizá le parecía inconcebible que alguien que lee sobre la Primera Guerra Mundial sea capaz de ver una telenovela donde la tía solterona es la única que no se come una rosca. Ya podía hacer una disertación sobre la relación que había entre La Celestina y Real del Monte, que el pobre no recuperaba la palabra.

Leticia Calderón.

Después de un momento de silencio, mi amigo empezó a pasar las hojas del libro que le había llevado y se puso a ver las fotos. “Éste es el káiser, ¿no?”, acertó a decir después de permanecer callado largo rato. Traté de desfacer el entuerto diciéndole que otro de mis grandes secretos es mi afición a las películas de Jackie Chan pero hizo una mueca muy rara, así que nos despedimos hasta la próxima y me fui a casa.

Guillermo II.

La verdad, no lo entiendo. ¿Dije algo malo? En el capítulo de mañana creo que la chica a la que plagiaron un libro conseguirá poner en evidencia al cerdo que lo hizo, y todo gracias a la ayuda de su jefe, del que está enamorada en secreto pero que se va a casar con otra que a su vez prefiere al padre legal del chico que…

Jackie Chan.

viernes, 3 de agosto de 2012

El Hospital Clínico Veterinario

Poco a poco voy regresando a la normalidad, después de mi fallido examen de julio y molestias estomacales provocadas por las preocupaciones y el calor, lo que me ha retrasado en un montón de planes. Esa normalidad incluye haberme quedado sin trabajo, lo que da mucho tiempo para pensar y volver a escribir, por ejemplo, sobre el cierre del Hospital Clínico Veterinario de Madrid el 12 de julio, por falta de crédito. Este centro está vinculado a la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense, y es donde sus estudiantes hacen las prácticas.

Hospital Clínico Veterinario.

Hace cosa de dos años tuve el triste privilegio de saber de la categoría humana y profesional del personal de ese centro cuando mi perro Trasgo fue tratado ahí de sus dolencias en sus últimas seis semanas de vida. En todo ese tiempo, no nos pudieron tratar a Trasgo y a mí con más cariño, lo cual se agradece en una situación que para mí era del todo nueva. Cuando la muerte de Trasgo se hacía ya algo inevitable, le pregunté a su oncóloga si podía donar su cuerpo para investigación, y me dijo que sí, y que ese era precisamente el lugar donde debía hacerlo: lo hice porque era el mejor equipo oncológico para perros de toda España. Aquí quiero dejar bien claro que si no salvaron a Trasgo es porque ya no se podía hacer nada por él, y que si doné su cuerpo a la ciencia fue por ayudar a otros perros. Y quién sabe si lo que estudiarían con él también serviría para ayudar a personas.

Ya sé que mucha gente estará pensando que antes que dar dinero a los animales mejor dárselo a las personas. Pero, los que nos hemos pasado casi toda la vida solos no lo vemos así: no hay nada como un guau o un miau para combatir una depresión. Y tener la seguridad que va a haber alguien que atienda a nuestro perro, gato, caballo o lo que tengamos, y que además lo haga bien, es algo que no tiene precio. El Hospital Clínico Veterinario de la Universidad Complutense de Madrid es un referente de cómo debe ser un centro de esas características. 

Trasgo en una mesa de reconocimiento del Hospital Clínico, hace dos años.

Pero no todo van a ser malas noticias. El malestar que me ha impedido trabajar en los blogs durante tanto tiempo ha hecho que el final de este post sea muy diferente al que tenía pensado cuando empecé a escribirlo. Resulta que el 30 de julio ha habido una reunión en el Rectorado para hablar de la reanudación de la actividad del Hospital Clínico, y parece que se tienen esperanzas de que no tarde mucho. De ser así, sería la primera noticia con esperanza que oigo en mucho tiempo.